Reflexiones

Actualmente el 60% de los profesores de biología en la educación secundaria de Estados Unidos no apoyan abiertamente la evolución, con el fin de “evitar controversias”. Con esto lo que se consigue es minar la autoridad de los expertos, ya que no explican la naturaleza de la investigación científica y, aunque no pretendan hacerlo, legitiman los argumentos creacionistas. Todo esto lleva a que, en pleno Siglo XXI, cuatro de cada diez estadounidenses estén convencidos de que Dios creó al hombre hace menos de 10.000 años, otros cuatro piensen que guió el proceso evolutivo, y solamente este último 16% piensa que en la evolución no ha habido intervención divina.


La religión a lo largo de la historia ha cumplido papeles fundamentales para el desarrollo de la humanidad, debido a que los principios morales de los distintos pueblos siempre han estado relacionados con ella. Se podría decir que todas las decisiones las tomamos conforme a nuestras creencias. La religión también ha servido siempre como un instrumento para explicar aquello que no entendemos, ya que la forma más sencilla de encontrar una explicación a cuestiones como por qué se hace de noche y de día, por qué llueve, por qué existimos...es crear seres sobrenaturales que lo expliquen por nosotros. En los orígenes de la religión existía un Dios con poder sobre cada suceso natural, a los cuales se rendía culto, para que estos sucesos fueran favorables. A partir de aquí se crean los mitos. El ser humano consigue darle un sentido a su vida, aunque sea frágil y sujeto a designios fuera de su control. A veces, la búsqueda del favor de los dioses se transforma en pretendido dominio de estos, en magia.

Ahora bien, se dice que la filosofía comienza con “el paso del Mito al Logos”. Estos primeros filósofos comienzan a observar y analizar la naturaleza con el fin de dar una explicación lógica y racional a las causas de los distintos fenómenos. Pero aún así vemos cómo constantemente siguen introduciendo a seres o fuerzas sobrenaturales a la hora de exponer sus teorías. Esto lo vemos claramente en Platón, cuando para explicar el origen del mundo sensible y la relación entre las Ideas y las cosas, así como el movimiento de estas (ya que las ideas son estáticas), se ve “obligado” a introducir la figura del Demiurgo: Un Dios artesano que fabrica los seres sensibles basándose en la forma de las Ideas.

Aristóteles, pese a que es un seguidor de Platón, y a haber estudiado en la Academia Platónica, rechaza la Teoría de las Ideas de este (concretamente el carácter trascendente de ellas). El estagirita, al refutar el dualismo ontológico del que había sido su maestro y afirmar que no hay más realidad que la de nuestro mundo, los seres sensibles, se corona como el “Padre” del Realismo. Uno de los motivos principales de este rechazo a la existencia en otro mundo de las Ideas es el hecho de que, como ya he dicho, al no poder Platón explicar el movimiento mediante ellas, introduce a un Dios.

Cuando Aristóteles trata de explicar el movimiento y el cambio, distingue entre dos nuevos conceptos, potencia y acto: Los seres físicos cambian porque tienen una capacidad previa para ello, porque dentro de un ser en acto tenemos un ser en potencia, es decir, aquello hacia lo que el ser en acto puede cambiar (convirtiéndose así en otro ser en acto distinto). Además, afirma que este movimiento es eterno y todo lo que se mueve lo hace por otro, de forma que tendríamos una cadena de motores que transmiten el movimiento. En este momento nos preguntamos ¿cómo se genera este movimiento que los motores transmiten? Y Aristóteles la responde afirmando la existencia de un Primer Motor Inmóvil (ya que de ser móvil sería otro eslabón más en la cadena). Este Primer Motor es inmutable, es un Acto Puro, no hay nada anterior a él, es Dios.

De nuevo se recurre a la introducción de un Dios para aquello que no somos capaces de explicar de otra manera. Y, aunque es cierto que el Dios de Aristóteles tiene más importancia en toda la teoría aristotélica que la que tenía el Demiurgo en Platón, me sigue pareciendo un fracaso por su parte.

Pero no solo en la filosofía tienen importancia estas figuras superiores a nosotros, estos dioses. A  Aristóteles le podemos considerar como un científico, un realista. Y, si él introduce la figura de Dios en sus teorías, no es de extrañar que toda la ciencia a lo largo de la historia se halla visto influenciada por las corrientes religiosas.

A partir de la Edad Media, con el surgimiento de la religión cristiana, filosofía y religión comienzan a estar más íntimamente relacionadas. Y también lo está la ciencia, ya que el origen de lo que conocemos como ciencia moderna se da en el occidente cristiano. Esta relación comienza con los primeros autores cristianos del siglo III y se mantiene incluso hasta nuestros días.

En el mundo contemporáneo la religión sigue siendo una parte fundamental de nuestra cultura. En España, por ejemplo, la Iglesia católica tiene aun mucha influencia sobre los ciudadanos, y no solo sobre sus seguidores, a los cuales les dice como deben comportarse y como deben pensar; sino sobre toda la sociedad, ya que se encuentra muy ligada a la política. En otros países, ocurre algo similar, con esta o con otras religiones. La mezcla de la religión y la política a lo largo de la historia es evidente, y puede llegar a ser peligrosa. Se vio en la Edad Media, con ejemplos como las cruzadas, y la historia se repite en la actualidad, en conflictos como los que se viven entre Israel y Palestina o los que protagoniza el Estado Islámico (ISIS).

Volviendo al tema de la ciencia, la religión fue en sus orígenes necesaria para sentar las bases del conocimiento científico. Pero poco a poco la religión comienza a verse como un obstáculo hacia el progreso.

Nicolás Copérnico, un astrónomo polaco del renacimiento, hizo estudios en la universidad de Bolonia, en la de Padua y en la de Ferrara, que eran vanguardia del conocimiento en Europa, independientes de la iglesia. Copérnico estudiaba la astronomía de una manera objetiva, dejando de lado las influencias eclesiásticas. 

Con miedo a terminar en la hoguera ante las polémicas religiosas, se resistió por mucho tiempo a publicar su obra De revolutionibus. En ella rechaza la teoría de que el universo gira alrededor de la Tierra, afirmando que quien ocupa el centro del universo es el Sol. Copérnico calcula además, de manera aproximada, el año solar y la distancia al sol de cada planeta conocido en su época.

Aristóteles en su cosmología sostenía la teoría geocéntrica: Alrededor de la Tierra giran con un movimiento perfecto producido por motores inmóviles las esferas de éter en las que se encuentran los astros. Por este motivo fueron los aristotélicos los primeros en enfrentarse a Copérnico. Los siguientes fueron los seguidores de la iglesia católica, quienes consideraron las obras del astrónomo como herejía.

Más tarde, Galileo Galilei, un destacado matemático, físico y astrónomo. Emplea las observaciones del universo realizadas con un telescopio para sustentar la teoría heliocéntrica. Pretendía persuadir de la veracidad esta teoría, con la esperanza de vencer las objeciones de la Iglesia, e incluso ganar su apoyo. Los teólogos de la Inquisición romana calificaron la teoría heliocéntrica de insensata y absurda, la consideraban de nuevo una herejía, ya que en muchos aspectos contradice de forma expresa las Sagradas Escrituras.

Galileo compareció ante La Inquisición y, por orden del Papa, fue interrogado e incluso amenazado con ser sometido a torturas, siendo así obligado a decir públicamente que abandonaba la teoría heliocéntrica. Fue condenado a arresto domiciliario, por lo que permaneció en Arceti, Italia, hasta el día de su muerte en 1642, cuando se sabe que murmuró “E pur si muove” (y sin embargo se mueve).

Este proceso es uno de los más famosos e injustos de la antigüedad y nos lleva a la conclusión de que ciencia y religión son, al menos en la mayoría de los casos, incompatibles; y que la religión puede ser una amenaza frente al progreso científico.

WEBGRAFÍA








Comentarios

  1. Muy bien Marta. Estás haciendo un buen trabajo en este blog. Esto es exactamente lo que esperaba que hicieiseis. De todas formas el heliocentrismo puede conjugarse con la religión. Newton era deísta (como Aristóteles).
    Saludos

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